Moretones
Moretones Al llegar a esta casa, ya sabía su historia. Sabía de la pareja que antes había vivido aquí, sabía que las cosas no habían ido bien entre ellos. Incluso sabía quién había vivido antes de ellos y que tenía un perro. Recuerdo cuando la vinimos a ver antes de decidir alquilarla ya noté una especie de ausencia. Los marcos blancos de los portarretratos colgaban de la pared sin fotos, las plantas tenían un aspecto sombrío, quietas, tratando de subsistir. El patio terminaba de delatar el desuso prolongado, los frutos de los árboles de la vereda estaban desparramados por el suelo, aunque sin pisar. La mesa y las sillas permanecían guardadas en una funda, al resguardo de quién sabe qué. A pesar del abandono, decidimos quedarnos con ella. En ese entonces, no teníamos mucha opción. Cuando no contás con muchas opciones, corrés una especie de desventaja. Aunque, a decir verdad, las cosas que se presentan lo hacen en su estado más puro; no necesitan embellecerse para convencer a nadi...