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Agua corriente

Vivo cerca del río, viví cerca de mares y arroyos. Viví en la llanura que se expande silenciosa, casi sin testigos, salvo algunos incapaces de traducir sus mensajes, pero testigos al fin. En la llanura, como en las montañas, el agua siempre encontró sus maneras de llegar a mí. Lo tomo algo personal y pienso que debe querer estar cerca mío, pero es lo que el agua hace correr infinitamente, encontrar maneras de llenar huecos y a la vez vaciarlos. Fluir en el territorio hasta encontrar un claro, acaso, un lugar en el cual permanecer momentáneamente o al menos parecer que permanece. Esta semana fue de lluvias y quise bajar al ver el río. Habría subido, habría aumentado su cauce, el cual suele parecerse a un hilo que corre inmóvil, día tras día, fijo y momentáneo a la vez. Acostumbrada a los arroyos de mi ciudad, que se rebalsan en los meses de lluvia, llegando a veces a lugares indeseados, este me pareció apenas crecido. Noté su crecimiento, ya que algunas de las islas de vegetación que te...

Moretones

  Moretones Al llegar a esta casa, ya sabía su historia. Sabía de la pareja que antes había vivido aquí, sabía que las cosas no habían ido bien entre ellos. Incluso sabía quién había vivido antes de ellos y que tenía un perro. Recuerdo cuando la vinimos a ver antes de decidir alquilarla ya noté una especie de ausencia. Los marcos blancos de los portarretratos colgaban de la pared sin fotos, las plantas tenían un aspecto sombrío, quietas, tratando de subsistir. El patio terminaba de delatar el desuso prolongado, los frutos de los árboles de la vereda estaban desparramados por el suelo, aunque sin pisar. La mesa y las sillas permanecían guardadas en una funda, al resguardo de quién sabe qué. A pesar del abandono, decidimos quedarnos con ella. En ese entonces, no teníamos mucha opción. Cuando no contás con muchas opciones, corrés una especie de desventaja. Aunque, a decir verdad, las cosas que se presentan lo hacen en su estado más puro; no necesitan embellecerse para convencer a nadi...

Un día voy a ser otra distinta

  Me pinto los labios tímidamente. Me pinto los labios sobre una capa de manteca     de cacao, esperando que el color     resbale, que patine sobre mi boca y, al cabo de unos minutos desaparezca por completo. Al llegar al metro el color casi no existe como si nunca lo hubiera aplicado. Sin notar en absoluto mi presencia (ni mi boca pintada), una chica se sienta frente a mí con los auriculares puestos y la vista perdida en su teléfono. A veces pienso que soy la única en esta ciudad que todavía presta atención a las personas. Las observo sin vergüenza, las analizo, las estudio pero nunca nadie aun me ha devuelto la mirada. Me siento un poco tonta al notar el detalle de su boca pintada de un rojo vibrante, llamativo, que no tiene nada que ver con la mía. La mía apenas insinúa color, como si evocara la intención de estar pintada, pero no lo estuviera en absoluto. Cada día al pararme frente al espejo ocurre algo extraño. El deseo de unos labios vibrantes existe, pero...

Instrucciones para construir una casa

  Como arquitecta, no tengo experiencia. Nunca construí nada, o mejor dicho, nunca materialicé algo. Construir, por no decir imaginar; imaginar, eso sí lo hice mucho. Pero eso no cuenta como experiencia. No se pone en el currículum: "Imaginé mi casa de mil maneras distintas, fantaseé con distintos estilos". Quise construir una casa nueva desde cero, comprar esos mantos de césped y plantarlos en el jardín, eligiendo especie por especie las plantas que me gustaría tener. Comprar las griferías más modernas que existieran, investigar todo tipo de carpinterías y, finalmente, elegir unas alemanas de última tecnología, capaces de abrirse de distintas maneras dependiendo de lo que se necesite. Se abren de lado, como una puerta, y también, si se quisiera dejar un poco abierta para que entre el aire de la tarde o de la mañana, se inclinan —creo que son 45 grados— hacia abajo. También soñé con heredar una casa vieja, pensada y diseñada para personas de otros tiempos, con costumbres y vi...

Escribir por escribir

 No me gusta el puerro, pero igual lo como. Te digo al llegar a la cocina. Sobre el sartén se doran rodajas de distintas verduras, todas añadidas en momentos diferentes para respetar sus tiempos de cocción. Al lado del sartén, una olla con agua que todavía no hierve; las burbujas recién comienzan a desprenderse. (Si estuviera cocinando yo, ya habría puesto los fideos no puedo esperar al punto de hervor). En cambio, vos ya los tenés listos para lanzarlos al agua en el momento exacto. Vuelvo al comedor para poner la mesa, mientras pienso en el texto que quiero escribir. Me gustaría que fuera un cuento, pero no sé bien qué es. Llevo semanas escribiendo, y aún no logro cerrarlo. Me demoro en encontrar las palabras; luego pienso que no debería buscarlas, y, de alguna manera, llegan a mí, dilatadas pero inevitables. Podría decir que los tiempos de la escritura son como los de la cocina. Para realizar cualquiera de estos actos, hay una serie de pasos e indicaciones que seguir. También est...

Inundación

Si el agua     me tocara la puerta con gusto la dejaría entrar     con gusto, dejaría que ensucie  mis paredes incluso mi colchón    que tome mis cosas  que el barro que viene con ella me ensucie de tierra  me entierre en el jardín    Ansiosa  con los primeros días de un verano que promete ser de lluvia la espero   acabó  el coqueteo, pienso

Línea

Indefinida sección de puntos que se cosen entre sí se cosen se unen las partes se pegan  unos a  otros hasta perder toda condición de individualidad